Aunque ejercía como tal desde final de diciembre en que nuestro querido Joaquín Gálvez, anterior Delegado, me dio el relevo, fue el día 6 de febrero de 1997 cuando recibí el nombramiento como Delegado Diocesano de Enseñanza, firmado por nuestro primer Obispo Don Rafael Bellido Caro (q.e.p.d) que confió en mí en esos momentos. Me hizo entrega del mismo el Secretario General Don Francisco González Cornejo (q.e.p.d), ante quien hice el preceptivo juramento y profesión de fe. Me acuerdo perfectamente de ese día, en el despacho de la calle Eguiluz.
Estaba muy ilusionado con este nuevo servicio a la Iglesia para el que contaba con un gran número de colaboradores, algunos de los cuales aún siguen formando parte del equipo de trabajo de la Delegación.
Tras la jubilación de D. Rafael, Don Juan del Río también confió en mí para desarrollar esta labor y desde 2009 Don José Mazuelos me ha renovado su confianza.
Son muchas las funciones encomendadas a la Delegación de Enseñanza, e intento que todas se lleven adelante, pero la que me parece esencial y a la que dedico más tiempo es al profesorado de religión, sobre todo al que desempeña su tarea en la escuela pública, ya que las actuales circunstancias de secularización y sobre todo de un laicismo beligerante hace muy difícil poder desarrollar esta labor en un clima de verdadera tolerancia y respeto.
Hemos pasado también por muchos cambios legislativos que han influido en la asignatura, sobre todo por la consideración de la misma y la alternativa, ya que nunca se han respetado el Acuerdo con la Santa Sede que establece que se incluirá “la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales” (Artículo II del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales).
Muchas son las actividades y recursos que hemos ofrecido con un objetivo claro y fundamental como es la formación espiritual (retiros, peregrinaciones,…) y la formación académica del profesorado (jornadas, cursos, congresos, grupos de trabajo,…), pues sólo un profesorado bien formado es capaz de ofrecer una enseñanza religiosa de calidad.
Gracias a todos los que en estos años habéis participado con constancia en todo lo que ha organizado la Delegación. Os puedo asegurar que lo hacemos de muy buen grado y que con la ayuda de Dios lo seguiremos haciendo mientras tengamos encomendada esta misión en la Iglesia Diocesana.
Gracias a todos los que en estos años habéis colaborado y aún colaboráis más directamente con la Delegación. Espero poder seguir contando con vosotros.
Escribo estas letras cuando acabo de volver de Madrid de participar en las Jornadas Nacionales de Delegados de Enseñanza en la Conferencia Episcopal. Ese fue mi estreno, pues fue mi primer contacto con los Delegados de otras Diócesis, con los mismos problemas y preocupaciones. Mucho hemos luchado en estos años y seguiremos luchando por la dignificación de la asignatura de religión católica en la escuela. Gracias también y especialmente a todos los Delegados que de alguna forma me habéis ayudado en este camino, sobre todo a los de Andalucía, donde llegué joven y seglar frente a sacerdotes con mucha experiencia y cuya amistad conservo aunque ya no anden por estos menesteres. También esto ha ido cambiando con el tiempo.
Termino dando gracias a Dios porque Él ha guiado y guía mi camino en el que me siento siempre acompañado de su Madre y le pido que no me deje sólo en esta tarea tan apasionante como es la evangelización en la escuela y la atención al profesorado.
Juan Ortega Álvaro
Delegado Diocesano de Enseñanza